lunes, 10 de agosto de 2009

LACTANCIA, ALCOHOL Y CIGARRILLO




Fumar durante la lactancia no es recomendable.
La nicotina, proveniente del cigarrillo, pasa al torrente sanguíneo de la madre y a la leche materna y esto tiene un efecto negativo en la salud del bebé.


Según Camilo Uribe, médico toxicólogo, la nicotina –como la gran mayoría de las sustancias potencialmente tóxicas– pasa al bebé, en aproximadamente 1 por ciento de la concentración de la madre, a través de la placenta y la leche materna.


Indirectamente, la madre fumadora disminuye su capacidad de transporte de oxígeno a los órganos y tejidos, provocando hipoxia (baja concentración de oxígeno) lo cual afecta el crecimiento y desarrollo del feto durante el embarazo.
En la lactancia se comprobó que puede ocasionar problemas como el aumento anormal de la frecuencia cardiaca del bebé.


“Los bebés expuestos a la nicotina presentan comportamientos extremos: unas veces están muy alerta y otras con sueño (cada bebé reacciona diferente). Algunos se muestran irritables, lloran inconsolablemente y succionan seguido el seno, pero no lo hacen bien y no comen suficiente.
Los bebés que se adormilan también comen menos, tienen bajo peso y no crecen como deberían”, afirma María Cristina Sáenz, miembro de la Liga de la Leche de Colombia.


Cuando las madres fuman durante la etapa de la lactancia, sus hijos padecen problemas delicados en sus vías respiratorias, bronquitis, neumonía y asma debido al humo.


El humo es peligroso, afecta el sistema respiratorio del bebé, genera infecciones de oído y complicaciones respiratorias con mayor frecuencia.


A su vez, la nicotina inhibe la hormona prolactina, que estimula la producción de leche y, en consecuencia, reduce la “bajada” de la leche. (Es importante anotar que la producción de leche depende también de la cantidad de “mamadas” del bebé).


“Por eso se aconseja a la madre dejar el cigarrillo durante esta etapa y si no es capaz, disminuir la cantidad, fumar lejos del bebé (preferiblemente fuera de la casa) y hacerlo mínimo dos horas antes de amamantar”, agrega Sáenz.


En cuanto a la ingesta de bebidas alcohólicas, es importante recordar que el alcohol es teratogénico, es decir, capaz de producir malformaciones en el feto durante el embarazo.

“Un 1 por ciento de la concentración del alcohol en la madre pasa a través de la placenta o la leche materna al bebé. Por eso no se recomienda su ingesta en el transcurso de la gestación ni durante la lactancia”, dice Uribe.


Sin embargo, la madre puede tomar una copa en un evento social, por ejemplo, pero, por lo menos, dos horas antes de amamantar para que su cuerpo la elimine y no pase a la leche.

“Es importante que antes de beber, aunque sea en pequeñas cantidades, la madre tenga en cuenta aspectos como su propio estado de salud, pues una madre con bajo peso no elimina el alcohol fácilmente.
También el desarrollo del bebé y el peso porque si es bajo será más sensible al alcohol. Un bebé muy pequeño o prematuro está más expuesto a los efectos nocivos del alcohol, ya que su hígado no los procesa adecuadamente”, insiste Sáenz.


Durante los primeros seis meses de vida, la alimentación exclusiva del bebé es la leche materna y es más sensible a los efectos del alcohol que pasa a través de la leche y lo hará sentirse aletargado y poco interesado en la comida.


El abuso de bebidas alcohólicas por parte de la madre está directamente relacionado con un bebé que aumenta poco de peso.


En cuanto a los medicamentos, es fundamental preguntarle al médico si estos perjudicarán de alguna manera al bebé. “Durante la lactancia no debe ingerirse ninguno sin la autorización del médico.
Sustancias psicoactivas como la cocaína, el basuco, la marihuana, la heroína, las anfetaminas y el éxtasis están completamente contraindicadas durante la lactancia”, asegura Camilo Uribe, médico toxicólogo.


El experto le recomendará a la madre un medicamento que no la obligue a destetar al bebé y le dirá si puede empezar el tratamiento después de los primeros seis meses de lactancia.

Una alternativa para mantener la lactancia y, simultáneamente, continuar con el tratamiento que necesita la madre es cambiar los horarios de las medicinas. Por ejemplo, tomarlas después de alimentar al bebé o antes de acostarse para no exponerlo a ellas.


Consulte con su médico


Prevenir es lo más importante. Por eso, pregúntele al pediatra qué efectos tiene el alcohol en los bebés y si puede usted beber un poco y ocasionalmente.


También infórmese acerca de qué clase de medicinas están contraindicadas y no convienen en la lactancia, qué antibióticos –en caso de necesitarlos– son menos agresivos, cuáles drogas pueden reemplazar a las que toma actualmente, si tiene algún tratamiento permanente para proteger al bebé.


De igual manera, pregunte qué pasaría si fuma durante la lactancia, qué consecuencias trae para la salud del bebé y pídale que le sugiera un plan o método para dejar el cigarrillo, por lo menos en la etapa de la lactancia.


Johana Fernanda Sánchez

DE LA TETA AL TETERO


Al llegar el momento de destetar a tu bebé, seguramente te plantearás qué leche será mejor.


Actualmente en el mercado existen muchas opciones, todas aportan los nutrientes necesarios para que tu bebé se alimente correctamente.


Hay leches enteras, condensadas, en polvo y maternizadas. Estas últimas son las que mejor se adaptan a las necesidades nutricionales de tu bebé. Contienen hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, semejantes a la leche materna.


Preparando todo lo necesario

Para facilitar la tarea de alimentar al bebé es adecuando contar con un equipo de chupos, teteros, cepillo para chupos, embudo y cuchara de plástico. Todo debe poder esterilizarse con pastillas o esterilizador líquido.
Lo más aconsejable es que cuentes con dos o tres chupos de boca ancha para facilitar su lavado y sus respectivas tetinas, que, en el caso de que tu bebé tenga más de seis meses, preferiblemente que sean de orificio grande para facilitar la succión.


En el mercado existe una gran variedad de marcas y formas. Para esta primera etapa te conviene usar chupos tradicionales de 250 ml. y dejar para agua y jugos los más pequeños de 125 o 150 ml.
También hay chupos apretados, otros con forma para sujetarse e incluso desechables. ¿Cuántos chupos?


La preparación y la cantidad de tomas diarias varían de acuerdo a las necesidades nutricionales de tu bebé.


No todos los niños necesitan lo mismo. Esto dependerá de las indicaciones de tu pediatra.
Es muy importante seguir las instrucciones de preparación, para el adecuado aumento de peso y crecimiento de tu hijo.

DESTETE


El modo de destetar a tu hijo del pecho, dependerá de su temperamento. ¡No lo apures! El destete debe ser paso a paso y requiere la adaptación de tu bebé a la siguiente etapa.


Además, un destete brusco puede generar ingurgitación mamaria (pechos hinchados, duros y doloridos) e incluso mastitis (inflamación y congestión del pecho). El destete debe ser gradual, a menor succión, menor producción, hasta que cese por completo.


El destete gradual también facilita la adaptación emocional del bebé y de la madre. Ten en cuenta que el destete no solo es un cambio en la dieta de tu hijo, sino también un gran cambio emocional para él y para tí.


Tu bebé no va a entender porque le niegas algo tan importante y es probable que tú sientas que perdiste ese espacio íntimo que tenían juntos.


Cuando comenzar

La leche materna contiene nutrientes en cantidad suficiente para alimentar a tu bebé hasta que cumple los 6 meses. Por eso, no deberías comenzar el destete antes del cuarto mes. Algunas mamás prefieren dar de mamar a sus hijos hasta el año o más también.


El momento adecuado para comenzar el destete dependerá de tus necesidades y las del bebé, seguramente el pediatra te orientará correctamente.


Ten en cuenta que alrededor del quinto o sexto mes de tu bebé, ya puedes empezar a darle determinados alimentos, que el pediatra te irá indicando. Algunas recomendaciones:


- Si tu bebé te pide la teta, no le digas que no, pero tampoco le ofrezcas sin que él te lo haya pedido.


- Intenta ponerlo menos tiempo cada vez que tome la teta y trata de ir abandonando un pecho.


- Sustituye ese momento con otros alimentos (puedes ofrecerle yogurt, banana, pera o cualquier otro alimento permitido por el pediatra y que sepas que le gusta a tu bebé).


- Distráelo, identifica los momentos en que tu hijo puede pedirte el pecho por aburrimiento y proponle actividades alternativas que le interesen (como llevarlo a la plaza, jugar a las escondidas, hacer burbujas con jabón, cantar canciones con coros pegadizos, crear instrumentos caseros, pintar, dibujar, bañar a los muñecos, jugar a recortar y pegar revistas, etc.)


No vivas el destete como una separación, sino como una etapa de crecimiento mutuo, comunicación y libertad.

PAPÁ Y LACTANCIA


La mayoría de los hombres a punto de ser padres saben que la lactancia es la mejor manera de alimentar a un bebé.


La leche materna contiene la combinación perfecta de nutrientes y los niños que reciben el pecho gozan de muchos beneficios, desde un menor riesgo de obesidad y alergias hasta una mayor inteligencia.
Además, amamantar es gratuito, no exige ni preparación ni limpieza y es una manera excelente de fortalecer la relación entre la madre y el hijo. Y las caquitas del bebé que lacta huelen mucho mejor que las de los niños alimentados con fórmula.


A pesar de todo esto, muchos papás primerizos suelen cambiar su opinión sobre la lactancia cuando el bebé llega al mundo. No es que estos papás estén en desacuerdo con que los bebés reciban el pecho, lo que ocurre es que la experiencia los hace sentirse un tanto marginados.


Cómo evitar la sensación de aislamiento


"La lactancia continúa la exclusiva relación que la madre y el bebé experimentaron durante el embarazo", dice Pamela Jordan, profesora asociada del Departamento de Familia y Lactancia de Bebés de la Universidad de Washington. (Jordan es una de las pocas investigadoras que ha estudiado el efecto de la lactancia en los hombres.)


Para los papás de bebés amamantados, suele ser normal sentir alguna de estas cosas:


Preocupación porque creen que les costará más trabajo que a su pareja establecer y desarrollar una relación con su bebé.

Una sensación de aislamiento, de estar fuera de lugar, porque creen que nada de lo que puedan hacer por el bebé puede compararse con lo que hace la mujer.

Resentimiento hacia el bebé que se ha interpuesto físicamente "entre" él y su compañera.

La percepción de que, como es la mujer la que amamanta, éstas tienen automáticamente conocimientos y habilidades que las hacen ser mejores progenitores.


Cinco maneras de lograr que la lactancia sea buena para todos


No cabe ninguna duda de que la alimentación es uno de los aspectos más importantes del cuidado del bebé. Eso significa que si la mamá amamanta, el papá se encuentra en cierta desventaja.
Pero no quiere decir que tú, como papá, tengas que resignarte sólo porque tu bebé ya tiene a su mamá que lo provee de alimento. Los estudios muestran que cuanto más las apoya su pareja más tiempo dan el pecho las mujeres y más confianza tienen en su capacidad para hacerlo.


De modo que, por extraño que parezca, ustedes los papás tienen un papel muy importante en la lactancia. Estas son algunas maneras concretas de ayudar:


Presta tu apoyo y sé cariñoso Amamantar es un trabajo duro. Ocúpate de algunas de las tareas habituales de tu mujer y ayúdala siempre que puedas. Cuando esté dando el pecho, tráele una almohada o un vaso de agua y ofrécete a sacarle los gases al bebé después de la toma.


Procura tener mucho contacto piel con piel con tu bebé.
Acurrucarse y bañarse juntos y cantarle una canción de cuna mientras duerme sobre tu pecho son excelentes medios para desarrollar una fuerte vínculo, y les proporcionan a ti y a tu pequeño la oportunidad de relacionarse físicamente, como ocurre en la lactancia.


Pasa mucho tiempo con tu bebé. Llévalo de paseo en la carreola (cochecito), ponlo en una mochila frontal portabebés y llévalo de compras contigo, o jueguen en el suelo juntos.
Así tienen una oportunidad de pasar tiempo juntos. Cuanto más lo hagas más confianza desarrollarás en tu capacidad como padre.


Dale el biberón con leche materna. Si extraer la leche manualmente o con un extractor le viene bien a mamá, puedes ser tú quien haga pasar al bebé del pecho al biberón y comience a encargarse de alimentarlo.
Antes de empezar a darle el biberón, espera hasta que la lactancia esté bien establecida y tu bebé tenga entre 3 y 4 semanas. Primero es importante que el bebé se acostumbre completamente a mamar de un seno de verdad. Trata de no tomártelo personalmente si al principio tu bebé se ve menos interesado en tomar el biberón contigo.


Las mamilas (tetinas) de plástico, como los pezones, vienen en muchas formas y tamaños. Por eso es posible que tengas que hacer pruebas hasta que tú y el bebé descubran la que más le gusta a él.


Ten paciencia si tu mujer está menos interesada en el sexo que antes de tener al bebé. Puede que se sienta "muy toqueteada" por darle de mamar al bebé; además, las mujeres en lactancia suelen tener menos estrógeno, lo que reduce la lubricación vaginal y dificulta, e incluso hace doloroso, el coito.
En lugar de asumir que tu pareja ya no siente atracción por ti, ten a mano un buen lubricante con base de agua para cuando ella sí tenga ganas.

sábado, 8 de agosto de 2009

IMPORTANCIA DE LA LECHE MATERNA PARA TU BEBÉ


La leche que produce tu cuerpo es el mejor alimento que le puedes dar a tu bebé. No sólo le ofrece todos los nutrientes que necesita para su crecimiento sino que también crea un momento único entre ustedes.
La lactancia proporciona variados beneficios para ti y tu bebé.


Nutrición:

Lo principal que le ofreces con tu leche a tu bebé es una alimentación que ha sido producida por tu cuerpo pura y exclusivamente para él.
La leche materna contiene todos los nutrientes, proteínas, azúcar, grasas y vitaminas que el bebé necesita hasta los 6 meses para crecer y desarrollarse óptimamente. La leche, al contener este equilibrio justo de nutrientes, ayuda a tu bebé a mantener su peso adecuado.


Protección:

Uno de los mayores beneficios que le brinda la leche materna a tu bebé son los anticuerpos que contiene, fortaleciendo su sistema inmunológico. De esta forma se reducen las posibilidades de que tu bebé pueda contraer algún tipo de infección de oído, respiratoria, urinaria o gastrointestinal (diarrea infantil).
Las posibilidades de muerte súbita también son reducidas, al igual que la probabilidad de que tu bebé desarrolle algún tipo de alergia, como el asma.
Por otra parte, la leche materna es el alimento más fácilmente asimilado por su sistema corporal inmaduro, por lo que le produce menos gases y malestares que otro alimento.


Estimulación:

Otra importante ventaja son los ácidos grasos que contiene la leche materna, ya que ayudan al desarrollo del cerebro de tu bebé. Además, tu leche se va adaptando a las necesidades de tu bebé, por lo que siempre le va a brindar lo que él necesita.
Por ejemplo, durante los primeros días luego del parto, la leche es amarilla, espesa y se le llama calostro. Tiene una gran cantidad de proteínas y sustancias del sistema inmune, que es lo más importante para tu bebé en sus primeros días de vida.
Del mismo modo, la leche producida por una mamá de un bebé prematuro es diferente a la de un bebé nacido en término.


Contención:

Con tu leche no sólo favoreces la alimentación de tu bebé, también lo ayudas a relajarse en momentos que le pueden producir ansiedad como los cambios en su rutina, por ejemplo, un viaje largo.
Al amamantar, debido al contacto físico, y la atención que le brindas a tu bebé, se crea un vínculo muy especial entre tú y él que dura para toda la vida. ¿Será por eso que las mamás saben qué les pasa a sus hijos con sólo mirarlos?


Conveniencia:

La leche materna siempre va a estar allí para el bebé cada vez que tenga hambre, sin importar el lugar o la hora. Siempre va a tener la temperatura ideal y sin posibilidad de haber estado en contacto con bacterias del exterior.
Por todas estas razones, la Organización Mundial de la Salud recomienda la alimentación del bebé exclusivamente con leche materna hasta los seis meses de vida y complementaria hasta los 2 años.
Por supuesto, la duración de la lactancia dependerá de la situación de cada mamá y cada bebé y seguramente con tu pediatra irán viendo cuál es la extensión que beneficiará más a ambos.

BAJADA DE LECHE


Primeros días:

Al principio, ni bien nace y te lo acercan al pecho, lo único que tu bebé succionará son unas pocas gotas de calostro, una leche amarillenta que se segrega los primeros 4 o 5 días después del parto.


El calostro es fundamental para el bebé porque aporta muchos anticuerpos que lo protegen de enfermedades infecciosas que la madre haya padecido. Además contiene sustancias semejantes a los antibióticos, que van a proteger a tu hijo de muchas enfermedades.


La bajada:

Es unos días después del parto cuando tus senos comenzarán a producir leche. Es fundamental que estés preparada para la llamada “bajada de la leche”, porque suele ser abrupta y puede producir algún dolor por el endurecimiento de los pechos. Para aliviarte, puedes colocar paños fríos sobre tus pechos o aprovechar y mientras estás en la ducha, darte un masaje suave debajo del agua tibia, desde la periferia hasta el pezón. Así además de relajar tu cuerpo descongestionarás la zona.


Algunos malestaresEs posible que tengas un poco de fiebre en el momento de la bajada de la leche. ¡No te asustes! Estos síntomas parecidos a los de la gripe, desaparecen cuando tu bebé produce un vaciamiento adecuado de las mamas. Si los síntomas persisten consulta a tu médico porque puede tratarse de una complicación llamada mastitis Poco a poco, y a más tardar en dos semanas, producirás una mayor cantidad de leche que se adecuará a la mayor demanda que va ejerciendo tu bebé.


Poca o mucha leche:

Puede ocurrirte que por estrés o alguna enfermedad, tu provisión de leche disminuya. Comer alimentos sanos y nutritivos y tomar mucha agua va a ayudarte. Si te sigue pareciendo que la bajada de leche es insuficiente consulta con algún especialista en lactancia materna.Si tu bebé hace arcadas o se aleja del pecho después de haber empezado a mamar, puede ser que tengas una bajada excesiva de leche.


En este caso aleja a tu bebé unos minutos del seno hasta que el flujo de leche disminuya. Otra opción es colocar a tu bebé de manera tal que la parte superior de la garganta quede a mayor altura que el pezón. Así la leche deberá hacer un recorrido ascendente durante la bajada, haciendo que el flujo sea más lento. También puedes bombear la leche justo antes de amamantar y conservarla o desecharla. Esto además permitirá que el bebe tome mas leche de la segunda bajada, que contiene niveles más altos en grasas.

MASTITIS















Con la bajada de la leche, tus pechos se ponen más grandes y los sientes “llenos". Generalmente no deberías sentir dolor pero si tienes alguna molestia en los pechos, los ves hinchados o calientes y te sientes afiebrada, es posible que tengas mastitis.





La mastitis es un proceso infeccioso que se caracteriza por producir rubor, calor local y dolor en los senos. La inflamación puede extenderse hasta las axilas y el cuello. Puede ocasionarte fiebre, malestar y hasta náuseas. Los síntomas habituales son fiebre alta (38ºC o más), malestar general, estado similar a la gripe y la aparición en tu pecho de una zona hinchada, rosada, dolorosa y caliente.


La mastitis se presenta usualmente entre los 10 y 30 días posteriores al nacimiento del bebé, sin embargo, puede aparecer en cualquier momento del período de la lactancia. Es difícil que contraigas mastitis en ambos senos o en más de una ocasión, aunque puede ocurrir. Si crees que sufres de mastitis, te recomendamos que visites a tu médico lo antes posible para que comiences pronto el tratamiento adecuado. Sino, es probable que necesites antibióticos por un período prolongado.


Te dejamos algunas recomendaciones:


1. Para aliviar la mastitis lo más importante es sacar la leche. Puede ocurrir que al tener mucha leche en los pechos, los conductos se presionen y obstruyan la salida de la leche. Como el calor facilita el drenaje te recomendamos que utilices compresas tibias o calientes que te ayudarán a que la leche fluya mejor. Después de darle el pecho a tu bebé, puedes ponerte compresas frías o bolsas de hielo para aliviar el dolor. Te recomendamos que lo hagas varias veces al día.


2. Sigue amamantando a tu bebé con los dos pechos. Empieza por el pecho sano pero asegúrate de que el pecho enfermo se vacíe por completo. Si tu bebé no succionó toda la leche puedes quitarte el resto con un sacaleches. Dale ambos pechos en cada toma, y recuerda comenzar la siguiente toma con el pecho del que menos tomó en la anterior. Si sientes algún dolor mientras estás amamantando, presta atención, puede ser que tu posición no sea la correcta.


3. En lo posible, y de acuerdo a lo que te haya indicado tu médico, dale a tu bebé de mamar cada dos horas (incluso con el pecho afectado).


4. Si tienes la aureola tan apretada que tu bebé no puede alimentarse bien, trata de apretar tu pecho suavemente sacando suficiente leche como para ablandar la areola.


5. Intenta permanecer en reposo el mayor tiempo posible. Aprovecha cuando descanse tu bebé para quedarte en la cama.


6. Asegúrate que el antibiótico que usas lo tolere también tu bebé. Generalmente tendrás que consumirlo de 10 a 14 días.


7. Beber mucho líquido resulta muy conveniente.


8. Pregúntale a tu médico si es conveniente que uses analgésicos. Quizás te ayuden a disminuir el dolor.


9. Es importante que prestes atención al tipo de brassier que estás usando. Es recomendable que te sujete bien pero que no te cause presión o dolores.


10. Por último, recuerda preguntarle a tu médico todas las dudas que tengas respecto a tu nuevo rol de mamá. ¡Puedes ir anotándolas en una libreta así no te olvidarás ninguna cuando tengas tu próxima cita!

BENEFICIOS DE AMAMANTAR PARA TI


Hace unos años, con la aparición de la leche maternizada, se consideró que amamantar era un consumo de tiempo innecesario que no te brindaba ningún beneficio en particular. Sin embargo, estudios científicos han demostrado que esta creencia no es cierta. Amamantar es una muy buena experiencia que tiene muchos beneficios para ti.



Retracción del útero:

La constante succión del bebé hace que el cuerpo libere oxitocina. Esta hormona no solamente contrae las glándulas mamarias haciendo que la leche fluya de tus pechos, sino que también contribuye a que tu útero se contraiga volviendo a su tamaño normal más rápidamente. La oxitocina reduce el sangrado posparto protegiéndote de hemorragias.


Anticoncepción natural:

La hormona llamada prolactina, que es la que estimula la formación de la leche, retrasa el retorno de tu ovulación y menstruación. Por esta razón, mientras estés alimentando a tu bebé exclusivamente con tu leche, la lactancia se convierte en un anticonceptivo natural. Sin embargo, dado que hay periodos en el que la cantidad de oxitocina se puede reducir sin que te des cuenta, para evitar el riesgo de embarazo es aconsejable que utilices otro método de control. Es un método anticonceptivo poco eficaz por si solo.


Mejor absorción de minerales esenciales:

El retraso de tu periodo menstrual también te beneficia porque reduce tu pérdida de hierro y mejora su absorción. A pesar de que también tu cuerpo utiliza hierro en la producción de leche, la cantidad es mucho menor a la perdida durante tus ciclos menstruales, por lo que amamantar a tu bebé reduce el riesgo de anemia.Durante la lactancia, tu cuerpo absorbe mejor no sólo hierro sino también otros minerales importantes para ti, como el calcio. Antes se creía que amamantar aumentaba los riesgos de osteoporosis, sin embargo hay estudios que comprueban que los reduce. Esto se debe a que la pérdida de calcio por la producción de leche es sólo temporal. Una vez terminada esta etapa, tus niveles de calcio volverán a su cantidad anterior o superior, debido a que el amamantamiento mejora la absorción de este mineral en tus huesos.


Pérdida de peso:

El amamantar quema muchas calorías ayudándote a que vuelvas a tu peso anterior al embarazo mucho más rápidamente y más establemente, ¡sin necesidad de dietas! Esta recuperación de tu peso reduce los riesgos de diabetes. En el caso de que tengas diabetes, seguramente tu médico te indicará una menor cantidad de insulina o medicamentos mientras estés amamantando. Esta pérdida natural de peso es un buen control del azúcar en tu sangre y de colesterol. De esta forma se reducen las posibilidades de tener problemas del corazón, como ataques cardíacos.


Menor riesgo de cáncer:

Nuevos estudios muestran que amamantar reduce los riesgos de cáncer de ovario, útero y mamas premenopáusico para mamás que hayan amamantado por un periodo mínimo de 6 meses.Este momento con tu bebé también te sirve como la perfecta excusa para poder apartarte un poco del ruido y de la presencia de mucha gente, para tener un momento a solas con tu bebé que te ayude a tranquilizarte a ti también. Amamantar te quita preocupaciones y es muy práctico ya que sabes que vas a tener el alimento del bebé a toda hora, en todo lugar y sin costo alguno.

CONSEJOS PARA SABER SI TU BEBÉ ESTÁ TOMANDO SUFICIENTE LECHE


Es difícil determinar cuando tu bebé está tomando suficiente leche, ya que los pechos no tienen una capacidad dada. Sin embargo, existen algunas señales que te pueden ayudar.Tu bebé no tiene un horario fijo para su comida. Puede comer cada vez que tenga hambre y cuanto tiempo desee, ya que es él quien sabe cuánto necesita comer.


Por este motivo, no deberías preocuparte por cada cuánto o por cuánto tiempo tu bebé toma el pecho ya que depende de cada mamá y bebé, y puede variar entre 10 a 20 minutos en cada pecho o más. El peso es una señal clave para saber si tu bebé está tomando suficiente leche o no, por lo que es recomendable que vayan a periódicos controles médicos.Más allá de eso resulta útil prestar atención cuando el bebé está al pecho.


Es posible ver cuándo está tomando la leche por su forma de succionar y porque se puede escuchar el sonido al tragar. Mientras tu bebé es recién nacido, él mismo te va a mostrar que ya ha tomado suficiente leche, porque las paredes de su estómago no se agrandan y una vez lleno va a devolver la leche tomada de más. Otra forma de saber si está tomando la leche necesaria es a través de sus pañales. Al comienzo probablemente sólo los moje una o dos veces por día.


A partir del tercer o cuarto día, tu bebé por lo general debería mojarlo entre 6 y 8 veces diarias.Además, durante los primeros meses de vida, es normal que el bebé defeque entre dos y cinco veces diarias. Durante los primeros días va a eliminar los restos de comida que adquirió cuando estaba en la barriga; esto se llama meconio y tiene un color verde oscuro casi negro. Sin embargo, si luego del quinto día sigue expulsando meconio es necesario llevarlo al médico.


Una señal de que tal vez tu bebé no esté tomando suficiente leche es si todas sus excreciones son de un color café. El color del popó de un lactante varía entre el mostaza y un tono verdoso.Si el bebé llora luego de haber tomado el pecho, no significa necesariamente que tenga hambre, ya que lo puede hacer por diversos motivos: cólicos es uno de los más frecuentes.


Una buena forma de evitar que tu bebé se llene de gases y por eso deje de comer, a pesar de no estar satisfecho, es sacarle los gases cada vez que lo cambies de pecho.La mejor manera de asegurarte de que tu bebé está tomando suficiente leche es amamantándolo frecuentemente con pequeñas cantidades de leche. Y si tu bebé se ve saludable, activo y creciendo, ¡seguramente no necesitas preocuparte!

miércoles, 5 de agosto de 2009

BENEFICIOS DE LA LACTANCIA

La leche materna favorece el desarrollo infantil. Además, cambia según las necesidades del bebé, su edad y su ambiente.

Este alimento es único y así lo corroboran numerosos estudios científicos que, con el paso del tiempo, citan nuevos hallazgos relacionados con los beneficios que sobre la salud de madre e hijo tienen varios de sus componentes.

Sus propiedades no sólo son nutricionales: también tocan el espectro de lo médico, sicológico y emocional.

De allí la recomendación de los expertos de alimentar exclusivamente al bebé con leche materna durante seis meses y, a partir de entonces, introducir nuevos alimentos mientras la mujer continúa amamantándolo hasta el año de edad. Después de ese tiempo, la decisión de prolongar la lactancia es personal.

Esta leche es más fácil de digerir para el bebé y evita que presente estreñimiento. Su principal característica: se trata de un compuesto vivo, como la sangre, pues tiene leucocitos (glóbulos blancos) que le ayudan al bebé a defenderse de las infecciones, dice María Cristina Sáenz, miembro de la Liga de la Leche.

La pediatra Leonor Peñaranda, especialista en lactancia materna, afirma, por su parte, que esta leche trae proteínas, vitaminas, sodio y potasio en las cantidades requeridas para la alimentación del pequeño.
“Otra de sus cualidades es que contiene una enzima llamada lipasa, que le ayuda al bebé a digerir más fácil los ácidos grasos presentes en la leche”, afirma la especialista.

También, agrega, tiene sustancias que han sido clasificadas como factores de crecimiento, que favorecen el desarrollo del sistema nervioso y gastrointestinal del infante. Igualmente, varias enzimas, así como anticuerpos capaces de neutralizar bacterias, virus y parásitos.

Es modificable
Sus bondades son numerosas y entre ellas figura una en especial: la leche materna se transforma a medida que el bebé come y crece, ya que se adapta al momento que está viviendo. “Se adecua a las condiciones del ambiente, es decir, si la madre vive en tierra caliente, el bebé recibe más leche aguada para quitarle la sed, y en clima frío, amamanta durante un periodo más extenso de manera que recibe leche más grasosa”, dice María Cristina Sáenz.

Así mismo, resalta la pediatra Leonor, la composición de la leche se modifica a medida que el bebé progresa en edad; una mamá cuyo bebé fue prematuro tiene una leche diferente a la de aquella que lo tuvo naturalmente. En el primer caso, aporta mayor contenido de proteínas para favorecer un crecimiento más rápido del prematuro, así como de sodio, nutriente que el bebé pierde en la orina.

“Si el pequeño tiene reflujo, hace comidas más cortas en el seno de su mamá, de manera que no se llena mucho y minimiza los síntomas”, indica Sáenz.

Otra particularidad: cuando la leche comienza a salir contiene bastante lactosa, que le da energía al bebé y, después de unos minutos, aporta mayor cantidad de grasa. Este elemento favorece la unión de las terminaciones nerviosas de las neuronas.

Efectos en la salud
La lactancia permite que el útero involucione más rápido, evitando sangrados fuertes, así como el riesgo de anemia. Las hormonas prolactina y oxitocina hacen que la mujer esté más dispuesta a atender a su pequeño y sienta gusto por darle seno.

De igual forma, el hecho de amamantar le confiere a la madre un beneficio exclusivo: disminuye el riesgo de que desarrolle cáncer de útero, de seno y de ovario.Si los bebés amamantaran durante la primera hora de nacidos −comenta Sáenz− se podría evitar la muerte de 1 millón de ellos.
El infante alimentado con leche materna tiene un mejor desarrollo sicomotor, gracias al estímulo táctil que recibe a través del contacto físico con su mamá.

Un pequeño alimentado con leche materna tiene menos riesgo de ser obeso. Igualmente, la succión del pezón le permite a su mandíbula formarse de manera adecuada por lo cual, en el futuro, tendrá menos posibilidades de requerir un tratamiento de ortodoncia.

Una ganancia…
El calostro, primera sustancia que producen los senos antes de bajar la leche ‘madura’, tiene inmunoglobulinas que lo protegen contra infecciones. Estas gotas de calostro actúan como especie de laxante, pues le ayudan a expulsar el meconio, su primera deposición.

El hecho de recibir leche materna reduce en los infantes la incidencia de infección respiratoria y diarreica, las dos causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad en niños pequeños.

“Cualquier tiempo de lactancia es ganancia. Si es exclusiva durante seis meses, favorece la disminución de la severidad de las alergias. Hoy en día, son más recurrentes las respiratorias y las de la piel”, sostiene Peñaranda. También favorece un crecimiento y desarrollo adecuados y, a largo plazo, reduce el riesgo de sufrir hipertensión y diabetes en la edad adulta.

Sus efectos sicológicos
Cuando la mujer ve que su bebé va creciendo y goza de buena salud, su autoestima aumenta. “Siente más confianza en su capacidad de seguir criando al bebé y es más perceptiva a sus necesidades; es una retroalimentación continua en la cual el pequeño le da señas, crece emocionalmente y esto redunda en que recibe una ‘mejor’ mamá”, señala María Cristina Sáenz.

La lactancia implica un alimento ‘afectivo’ que influye en la estabilidad emocional del bebé: un infante amamantado es más tranquilo, seguro de sí mismo y con mayor autoestima.

‘Leche que se autoprotege’
Cuando la mujer regresa al trabajo, tiene la posibilidad de crear su propio banco de leche. Esta se conserva durante ocho horas a temperatura ambiente (de Bogotá), lejos del calor y de aparatos electrónicos.
Puede durar 48 horas refrigerada y de dos a cuatro meses congelada, pero en un lugar especial, ojalá, en un congelador con puerta independiente de la nevera.

Sólo se congela aquella que de inmediato se extrae. No es higiénico reunir la de todo el día y congelarla.

La leche debe guardarse en empaques plásticos, nunca en biberones. En la jornada de trabajo, se aconseja extraerla al menos dos veces en el día.

Por Andrea Linares G.

FORMA Y TAMAÑO DEL PECHO NO INCIDEN EN LA LACTANCIA

Algunas mujeres, por presentar pezones invertidos o con tejido subdesarrollado, le hacen el quite a la lactancia. Pero no importa si usted presenta estas alteraciones anatómicas, nada justifica que usted deje de amamantar a su bebé.

La naturaleza es sabia y por más extraño que le parezca que ante el frío o el roce su pezón no presente una erección sino que se hunda, o ni siquiera se asome en medio de la areola (tejido glandular subdesarrollado), su organismo está preparado para alimentar al neonato, aun bajo estas condiciones anatómicas.

“Ninguno de los anteriores es inconveniente para amamantar. Cada bebé saca su pezón. Lo más importante es conocer el tipo de pezón antes del parto y asistir a un taller de preparación para la lactancia”, explica Constanza Castilla, pediatra experta en lactancia materna.

Y la manera de conocerlo es a través de un diagnóstico que lleva a cabo el ginecólogo al comienzo del embarazo.
“Si el diagnóstico se hace una vez el bebé ha nacido –agrega Castilla– se sobrediagnostica pues la congestión misma de la glándula hace que el pezón se aplane”.

¿Es posible sacarlo?
A pesar de que los senos de la mujer estén perfectamente acondicionados para amamantar, existen algunos casos especiales en los que no caería nada mal darles un empujoncito hacia afuera.

Tales son las mujeres con pezones invertidos o hundidos, los planos o los que presentan piel demasiado tierna, que no resistirían la succión por parte del recién nacido.

Para las mujeres con estas condiciones anatómicas se aconsejan los ejercicios de estiramiento que se pueden llevar a cabo durante los nueve meses de gestación.
“Por ejemplo, darles una pequeña vuelta hacia alguno de los lados para ayudar a salir, tanto al pezón plano, como invertido; también sería útil utilizar una talla menor de sostén, con un agujero en el centro; por allí sale el pezón y se ayuda a mantener fuera. En cambio, acudir a jeringas y otras cosas lo lastima y no resuelve la situación”, agrega Castilla.

Sin embargo, estas alternativas requieren previa autorización del especialista que atienda a la futura madre durante la gestación, pues, según los expertos, en algunos casos la estimulación excesiva puede precipitar el parto.

De ahí la necesidad de informarse y practicarse el diagnóstico con tiempo. Otros métodos para mejorar la forma y tamaño del pezón son: frotarlos suavemente luego de tomar un baño, dejarlos al aire libre (por ejemplo, no usar sostén ni blusa durante un rato, en la casa) o dejarlos rozar con la camisa, a menos que el tamaño de sus senos le impidan estar sin sostén.

Tradición vs. ciencia
Hay mujeres que siguen las sugerencias de sus madres, abuelas o vecinas, por sus experiencias particulares.

Nunca acuden al especialista, cuando de lactancia se trata, ignorando que cada caso es distinto y muy especial.
No obstante, no siempre sabe más la edad. Hay quienes recomiendan que, para erigir un par de pezones invertidos o con subdesarrollo glandular, hay que intentar sacar leche antes del parto.

Los expertos sugieren evitar esta práctica, ya que la manipulación anticipada puede generar contracciones uterinas antes de tiempo y hacer perder compuestos valiosos a la leche materna.

Finalmente, recuerde que la lactancia toma su tiempo en establecerse. Los pezones se endurecen y obtienen la forma adecuada hacia la vigésima comida del neonato. Así que tranquilícese, no hay de qué preocuparse.

Cremas o aceites: ¿Aliados o enemigos de los senos?
Es necesario que la madre comprenda que los senos están perfectamente acondicionados para la lactancia y en muy raras ocasiones será necesario preparar los pezones para cuando el bebé comience la succión en busca de alimento.

Las mujeres que, luego del diagnóstico ginecológico, requieran endurecer el tejido o sacar sus pezones, pueden masajear la zona empleando cremas hidratantes, ungüentos o aceites.

No obstante, solo deben ser empleados en caso de que estos presenten signos de agrietamiento, resequedad o rajaduras muy graves que impidan realmente que la madre amamante a su bebé.

Hechos para durar
Los pezones se encuentran naturalmente protegidos y lubricados por aceites cutáneos. Se aconseja limpiarlos únicamente con agua tibia.
Así mismo, se debe suspender el empleo de jabones sobre la zona de la areola durante el último trimestre de embarazo y en los meses de lactancia. Además de resecar la zona, alterarían el sabor y propiedades de la leche materna. No es recomendable usar cremas con perfume.

Nunca hay que emplear cepillos; esto irrita los tejidos y cuando el pequeño succione los pezones, seguramente se rajarán más fácil.

“El empleo de aceites, vaselina, cremas y ungüentos para masajear los pezones sirve para mantener la piel hidratada. Una vez nazca el bebé, el masaje se debe hacer respetando la areola para que el bebé no ‘coma’ cremas”, enfatiza Castilla.

LLEGÓ LA HORA PARA DESTETAR

Cuando el bebé no sigue succionando el pezón, se seca el contenido de los senos. La decisión de no seguir amamantando al niño debe tomarse por motivos clínicos o por voluntad de la madre. Guía práctica.

Algunas lo hacen porque notan que su bebé no quiere lactar más; otras, por indicación médica o porque la licencia de maternidad finalizó y deben regresar a la oficina.

No importa el motivo, el destete (complementar la leche materna con leche de fórmula o dar al niño los primeros alimentos sólidos) es un acuerdo entre el bebé y la madre, que requiere que ella detenga la producción de leche. ¿Cómo lograrlo?

Los expertos señalan la importancia de que sea un proceso lento (puede tomar desde unas pocas semanas hasta algunos meses). Allí está la única clave. “Naturalmente, la madre deja de dar leche cuando la lactancia no es interrumpida abruptamente, ya que el estímulo para la producción es la succión”, explica la pediatra Constanza Castilla.

Cuando se desteta al bebé a partir de los seis meses de edad, “los niveles de prolactina (hormona encargada de la producción de leche) disminuyen por la no succión en el pezón”, agrega la enfermera especialista en lactancia Ana María Pazos.

No obstante, existen casos en los que la madre dejó de amamantar porque su hijo ya no recibe leche materna, pero ella sigue produciéndola. Es importante que la mujer se remita al médico; él indicará las medidas que se deben tomar.

Hay situaciones médicas que implican supresión de la lactancia, como enfermedad de la madre o toma de medicamentos que afecten al bebé o cambian el sabor y la consistencia de la leche. “En estos casos, el médico ginecólogo formulará los medicamentos que cortan la producción de leche”, agrega Castilla.

Debe ser gradual
Un destete súbito afectaría las emociones del niño; sentiría que su madre se alejó de él repentinamente. Hay que tener presente que desde el sexto mes, la lactancia deja de ser a libre demanda para formar parte de los horarios de comida, que muchas veces dependen del trabajo de la madre.

Por eso, el amamantamiento se ajusta a las horas en las que la mamá está en la casa. Cuando ella esté en la oficina, otra persona debe dar el alimento suplementario o el tetero con leche materna.

“Es importante que los alimentos suplementarios no solo los dé la madre. Así, ella amamanta al niño dos o tres veces al día y quien da los alimentos complementarios es otra persona; el bebé nota el cambio y la ausencia de la madre, pero sigue teniendo el vínculo piel a piel con ella”, comenta Pazos.

Para un proceso gradual y exitoso

Tenga en cuenta:
A partir del año, la lactancia se realiza una o dos veces al día, pues el bebé duerme durante toda la noche y no se despierta a pedir comida.

Si apenas está comenzando a destetarlo, empiece por reducir el número de veces en que lo amamanta. Si antes lo hacía cuatro veces al día, ahora hágalo solo tres veces. Del mismo modo, reduzca la duración de las tomas.

Déle pecho al bebé solo cuando él lo pida y trate de posponer la hora de amamantarlo; a cambio, suministre tetero o algún alimento sólido sugerido por el pediatra.

Cuando el niño llore porque tiene hambre o está enojado, distráigalo con su juguete u objeto favorito.

Y no olvide tener otro tipo de contacto piel con piel con su bebé; por ejemplo, jugando, bañándolo o consintiéndolo.

¿Cuándo y por qué destetar?
No hay mes o edad exacta para destetar al niño. Con el paso de los días, el bebé y la madre identifican el momento de complementar la dieta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños lacten exclusivamente (sin ingerir otro alimento o bebida) durante los seis primeros meses de vida.

A partir de este momento comienza la alimentación mixta (dieta complementaria y leche materna) que debe darse hasta los 2 años de edad.

Cuando el niño es destetado, ya está comiendo otros alimentos. El pediatra indicará sobre la introducción de nuevos alimentos en la dieta.

Y si mi hijo no quiere tomar más
A pesar de que el vínculo entre madre e hijo es muy cercano, algunas mujeres dudan si su bebé está preparado para dejar la leche materna. De ahí la importancia de observar las actitudes del niño a la hora de amamantarlo.

Si nota que está aburrido al tomar el pecho (si pega sus labios al pezón y se aleja sin succionarlo), seguramente el bebé quiere destetarse.

Pero si el menor se distrae al lactar (mira alrededor), esta actitud no siempre significa que quiera destetar.

Amamántelo en un cuarto con luz tenue, para que no vea objetos distractores; así descifrará las señales que él envía.

POR: PILAR BOLÍVAR CARREÑO

LACTANDO CON AMOR A DISTANCIA

Volver al trabajo después de pasar 84 días con el hijo, puede resultar complicado para algunas mujeres, porque ya no estarán presentes a toda hora para sumistrar leche materna. Ambos pueden estar tranquilos si se siguen las siguientes recomendaciones.

Durante los nueve meses de gestación, la madre asume que el cuerpito de ese ser que crece cada día hace parte de su vida, del oxígeno que respira y de todas sus entrañas. Lo siente solo suyo, tanto que lo cuida y lo protege con la suavidad y ternura que solo puede hacerlo una madre.

Desde estos instantes, el vínculo entre mamá e hijo se empieza a afianzar: el amor y la cercanía crecen aún más cuando el bebé sale de su ‘mundo oscuro’ para seguir sintiendo, ahora más cerca, el calor de su madre. Ahora ella no quiere separarse de su hijo. Desea estar pendiente para suplir todas las necesidades que se presenten, sobre todo la función que las mujeres solo pueden hacer: alimentarlos.

Es por esto que cuando la mamá debe ingresar nuevamente a sus jornadas laborales (después de 84 días de licencia) se le hace difícil desprenderse de su criatura. Así que es necesario que la mujer anticipe su regreso al trabajo y tenga en cuenta qué debe hacer para alimentar a su hijo mientras está en su oficina.

Casos de la vida real
Edna Granados era una madre, como todas, entregada y dedicada a su primer hijo. Aunque no quería desprenderse de él, sabía que solo tenía 84 días para estar todo el tiempo con él, porque después llegarían sus obligaciones laborales. Así que un mes antes de cumplir su Licencia de Maternidad visitó la Liga de la Leche en Bogotá, para hacer el curso de Volver al trabajo en tiempo de lactancia.

“Lo más duro en ese tiempo es el desprendimiento que se debe hacer con el bebé. Es difícil pensar en la separación, tanto que uno cree que es mala madre al salir de casa y dejar al chiquito con otra persona”.

Hoy, siete años después, Edna es líder de la Liga de la Leche, lugar donde le enseñaron que un mes antes de ingresar al trabajo debería estar organizando su propio banco de leche. Este es un proceso que se debe iniciar desde que la madre comienza la lactancia, para que distribuya su tiempo y la hora diaria de lactancia durantes los primeros seis meses de vida, a la que tienen derecho todas las lactantes.

Según Leonor Peñaranda, pediatra especialista en lactancia, el primer mes de vida el bebé debe tomar leche solamente del pecho. Después de este tiempo es importante darle, por lo menos, una vez al día, con biberón.

Antes de irse al trabajo y cuando regresa de él, debe poner al bebé al pecho. Los fines de semana y los días libres deben ser aprovechados para alimentarlo todas las veces que pueda.

Es importante que la mamá tenga una reserva de leche, porque permite que si el bebé pide más alimento durante su ausencia, se supla con la leche congelada. “Esta sirve para hacer banco de leche y para acostumbrar al seno a la extracción. Además, da tranquilidad tanto a la mamá como a la persona encargada del menor”.

¿Cómo se realiza la extracción?
La recomendación por parte de los especialistas consultados es guardarla en recipientes o bolsas plásticas especiales y esterilizadas, las cuales se deben marcar con fecha y hora, para utilizarse de la más antigua a la más reciente. La leche congelada tiene una duración de 6 meses.

Ya en el lugar de trabajo, las madres deben extraer su leche, por lo menos, dos veces al día. “El ideal es que esta se refrigere, no se congele, para que se utilice más rápido, porque hay un tiempo en que no se lleva a la nevera y esto podría generar algunos inconvenientes”, señala la especialista Leonor Peñaranda.

Antes de hacerla se debe tener una higiene adecuada. Además, debe hacerse un poco de masaje sobre el seno. Lo ideal es realizarlo con una bomba, porque ayuda a la producción de leche, pero también se puede hacer manualmente. Este último procedimiento se hace de la siguiente manera: ponga el dedo pulgar en la parte superior de la areola y el índice debajo, comprima el pulgar y el índice mientras empuja el seno hacia la caja torácica y hacer presión sobre otro punto de la areola, para vaciar los conductos que llevan la leche fuera del seno. Al principio, las extracciones deben ser de 10 minutos.

Congelación y calentamiento
En tierras frías, la leche se puede dejar a temperatura ambiente bajo techo, pero en ciudades cálidas es preferible refrigerarla.

“En el trabajo pueden guardarla en una lonchera térmica y cuando lleguen a casa deben refrigerarla en la nevera, para al día siguiente darla al bebé”, señala Edna Granados. Sugiere que si la mamá prefiere darle pecho, congele esa leche, para que no se pierda. Si esta la va a mezclar con una que acaba de extraer, lo ideal es enfriarla y ponerlas a una misma temperatura, porque esta alteración puede favorecer el desarrollo de bacterias. Recuerde no guardar grandes cantidades de leche, lo ideal son tres onzas en cada recipiente.

El calentamiento puede realizarse al baño María, pero no directamente en el fogón, para que no se pierdan las propiedades.

Por: Mónica Toro. Redactora ABC del bebé.

UN MOMENTO DIFÍCIL EN LA LACTANCIA

La mastitis es una enfermedad que se presenta en esta etapa, no obstante es benigna y se puede prevenir. Se caracteriza por la presencia de dolor, endurecimiento y enrojecimiento en alguno de los senos. En casos severos, por fiebre y escalofríos.

Por temor a que su leche no fuera suficiente para satisfacer al bebé, Ana María decidió complementar la alimentación de su hijo con fórmula láctea.

Cinco días después del nacimiento del niño, comenzó a experimentar fiebre, dolor y endurecimiento de uno de sus senos, lo que la obligó a acudir a urgencias. El diagnóstico: mastitis, es decir, inflamación del tejido mamario.

Se trata de una enfermedad que, casi siempre, está relacionada con el puerperio; es decir, el periodo de recuperación después del parto. La causa es un germen que normalmente existe en la piel cercana al pezón y a la areola y que, a través de fisuras presentes en el área, ingresa a los conductos dilatados por la lactancia.

Estas fisuras suelen ser el resultado de la continua succión del bebé quien, algunas veces, puede morder el pezón aumentando el riesgo de que haya sangrado.

Cuando la leche no se extrae de manera adecuada, se produce una inflamación que puede terminar en un proceso infeccioso e, incluso, en un absceso mamario (presencia de pus).
Entre un 10 a 15 por ciento de las mujeres que amamamantan pueden desarrollar mastitis relacionada con la lactancia. Esta suele presentarse en los primeros tres meses posteriores al parto e, incluso, en la primera semana.

Señales de la enfermedad
Es importante prestarle atención a síntomas como dolor en uno de los senos, sensación de calor, enrojecimiento de la piel de la mama, fiebre y, en el peor de los casos, secreción purulenta, es decir, cuando se forma absceso, caso en el cual se requiere drenaje.

La formación de este último se presenta, por ejemplo, cuando a la mujer le cuesta trabajo seguir amamantando a su bebé por el dolor y endurecimiento del seno, favoreciendo la acumulación de la leche, que al estancarse, puede provocar una infección.

A partir del diagnóstico, se inicia tratamiento con antibióticos que dura, en promedio, de 7 a 10 días.
De igual forma se aplican compresas de calor en el área inflamada. La mujer debe intentar sacar la leche del seno afectado, hasta vaciarlo por completo, pero no amamantar al bebé por este, sino por el seno contrario.

Es clave, igualmente, que aumente el consumo de líquidos.
La mayoría de mastitis agudas se resuelven con medidas locales y antibióticos; un porcentaje no mayor al 10 por ciento puede terminar en un absceso mamario.

¿Se puede prevenir?
Existen factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad benigna como: mastitis después de un embarazo previo, grietas en el pezón, técnicas inadecuadas de alimentación (por ejemplo, utilizar solo una postura para amamantar al bebé) o usar un brassier demasiado ceñido que llegue a obstruir el flujo de leche.

Teniendo en cuenta lo anterior, es recomendable que la mujer, al amamantar a su pequeño, procure que este desocupe por completo sus senos.

Saltarse una toma puede favorecer su congestión; por eso, es importante mantener la rutina, acorde con las necesidades del infante.

En caso de que los senos se congestionen, son útiles los paños de agua tibia para distensionar la piel del seno -hacerlo durante cinco minutos-.

Asimismo, es recomendable limpiar la saliva del bebé con un poco de agua estéril después de cada toma.

No sobra tener en cuenta otra precaución: utilizar algún tipo de protector que evite el contacto directo del pezón con el brassier.

Si no es posible amamantar...
Cuando la paciente no puede alimentar normalmente a su hijo, debe extraerse la leche con un mamador para evitar que esta se acumule.

Normalmente, la mujer produce leche a partir de la succión continua del infante. Cuando este no lo hace, es a ella a quien le corresponde estimular la salida del líquido. Por tal motivo, es recomendable que se la saque cada dos o tres horas. Así mantiene el estímulo de succión y favorece la liberación de oxitocina y prolactina que son las dos hormonas encargadas del proceso.

Esta rutina le permitirá, en la práctica, lograr que paulatinamente salga mayor cantidad de leche hasta el punto de tener una reserva .

Otros tipos de mastitis
Además de aquellas relacionadas con la lactancia, existen otras que se presentan cuando existe una patología benigna en los conductos galactóforos de la mama, que hace que se se dilaten.
Es frecuente en pacientes fumadoras y se manifiesta, generalmente, por abscesos o fístulas que se producen alrededor de la areola. Esto se contrarresta con calor local y antibióticos.

Otras mastitis se presentan en mujeres de cualquier edad y no están relacionadas con lactancia. Las causas no son muy claras y se aduce que están relacionadas con la tuberculosis o la sarcoidisis.

En este caso, es importante hacer un diagnóstico diferencial con cáncer (se realizan biopsias), pues esta clase de mastitis se puede confundir con dicha enfermedad.

Sus síntomas son enrojecimiento del seno, inflamación y secreciones por el pezón.

Consejos para alimentar al bebé
El recién nacido debe succionar un seno hasta desocuparlo por completo, permitiéndole que se alimente de la porción grasa que va al final de cada mamada.

Se debe colocar cada tres a cuatro horas por espacios cortos. Luego de 24 horas y durante el tiempo de lactancia exclusiva, la alimentación debe ser a libre demanda, es decir, cada vez que el bebé lo solicite.

La mejor posición para alimentarlo es aquella con la que la mujer se sienta más cómoda. Sin embargo, existen algunas recomendaciones: la cabeza del bebé debe estar en el pliegue del codo del brazo de la mamá, el brazo del bebé atrás (abrazando), la mano de ella debe sostener las nalgas del pequeño y el abdomen de ambos debe estar en contacto, ombligo con ombligo.

Un 'buen agarre' del pezón garantiza el 80 por ciento del éxito de lactancia. Necesita de una boca completamente abierta y que la punta del pezón toque el paladar blando del bebé (la parte más posterior del paladar). Los labios del niño deben abarcar toda la areola.

Durante el proceso de lactancia, es necesario que la mujer amamante con frecuencia a su pequeño y procure que el bebé desocupe ambos senos para que estos no se congestionen y se produzcan molestias.

Asesoría: José Joaquín Caicedo, mastólogo; Edgar Acuña, ginecoobstetra y María Constanza Castilla, pediatra experta en lactancia materna.