lunes, 10 de agosto de 2009

LACTANCIA, ALCOHOL Y CIGARRILLO




Fumar durante la lactancia no es recomendable.
La nicotina, proveniente del cigarrillo, pasa al torrente sanguíneo de la madre y a la leche materna y esto tiene un efecto negativo en la salud del bebé.


Según Camilo Uribe, médico toxicólogo, la nicotina –como la gran mayoría de las sustancias potencialmente tóxicas– pasa al bebé, en aproximadamente 1 por ciento de la concentración de la madre, a través de la placenta y la leche materna.


Indirectamente, la madre fumadora disminuye su capacidad de transporte de oxígeno a los órganos y tejidos, provocando hipoxia (baja concentración de oxígeno) lo cual afecta el crecimiento y desarrollo del feto durante el embarazo.
En la lactancia se comprobó que puede ocasionar problemas como el aumento anormal de la frecuencia cardiaca del bebé.


“Los bebés expuestos a la nicotina presentan comportamientos extremos: unas veces están muy alerta y otras con sueño (cada bebé reacciona diferente). Algunos se muestran irritables, lloran inconsolablemente y succionan seguido el seno, pero no lo hacen bien y no comen suficiente.
Los bebés que se adormilan también comen menos, tienen bajo peso y no crecen como deberían”, afirma María Cristina Sáenz, miembro de la Liga de la Leche de Colombia.


Cuando las madres fuman durante la etapa de la lactancia, sus hijos padecen problemas delicados en sus vías respiratorias, bronquitis, neumonía y asma debido al humo.


El humo es peligroso, afecta el sistema respiratorio del bebé, genera infecciones de oído y complicaciones respiratorias con mayor frecuencia.


A su vez, la nicotina inhibe la hormona prolactina, que estimula la producción de leche y, en consecuencia, reduce la “bajada” de la leche. (Es importante anotar que la producción de leche depende también de la cantidad de “mamadas” del bebé).


“Por eso se aconseja a la madre dejar el cigarrillo durante esta etapa y si no es capaz, disminuir la cantidad, fumar lejos del bebé (preferiblemente fuera de la casa) y hacerlo mínimo dos horas antes de amamantar”, agrega Sáenz.


En cuanto a la ingesta de bebidas alcohólicas, es importante recordar que el alcohol es teratogénico, es decir, capaz de producir malformaciones en el feto durante el embarazo.

“Un 1 por ciento de la concentración del alcohol en la madre pasa a través de la placenta o la leche materna al bebé. Por eso no se recomienda su ingesta en el transcurso de la gestación ni durante la lactancia”, dice Uribe.


Sin embargo, la madre puede tomar una copa en un evento social, por ejemplo, pero, por lo menos, dos horas antes de amamantar para que su cuerpo la elimine y no pase a la leche.

“Es importante que antes de beber, aunque sea en pequeñas cantidades, la madre tenga en cuenta aspectos como su propio estado de salud, pues una madre con bajo peso no elimina el alcohol fácilmente.
También el desarrollo del bebé y el peso porque si es bajo será más sensible al alcohol. Un bebé muy pequeño o prematuro está más expuesto a los efectos nocivos del alcohol, ya que su hígado no los procesa adecuadamente”, insiste Sáenz.


Durante los primeros seis meses de vida, la alimentación exclusiva del bebé es la leche materna y es más sensible a los efectos del alcohol que pasa a través de la leche y lo hará sentirse aletargado y poco interesado en la comida.


El abuso de bebidas alcohólicas por parte de la madre está directamente relacionado con un bebé que aumenta poco de peso.


En cuanto a los medicamentos, es fundamental preguntarle al médico si estos perjudicarán de alguna manera al bebé. “Durante la lactancia no debe ingerirse ninguno sin la autorización del médico.
Sustancias psicoactivas como la cocaína, el basuco, la marihuana, la heroína, las anfetaminas y el éxtasis están completamente contraindicadas durante la lactancia”, asegura Camilo Uribe, médico toxicólogo.


El experto le recomendará a la madre un medicamento que no la obligue a destetar al bebé y le dirá si puede empezar el tratamiento después de los primeros seis meses de lactancia.

Una alternativa para mantener la lactancia y, simultáneamente, continuar con el tratamiento que necesita la madre es cambiar los horarios de las medicinas. Por ejemplo, tomarlas después de alimentar al bebé o antes de acostarse para no exponerlo a ellas.


Consulte con su médico


Prevenir es lo más importante. Por eso, pregúntele al pediatra qué efectos tiene el alcohol en los bebés y si puede usted beber un poco y ocasionalmente.


También infórmese acerca de qué clase de medicinas están contraindicadas y no convienen en la lactancia, qué antibióticos –en caso de necesitarlos– son menos agresivos, cuáles drogas pueden reemplazar a las que toma actualmente, si tiene algún tratamiento permanente para proteger al bebé.


De igual manera, pregunte qué pasaría si fuma durante la lactancia, qué consecuencias trae para la salud del bebé y pídale que le sugiera un plan o método para dejar el cigarrillo, por lo menos en la etapa de la lactancia.


Johana Fernanda Sánchez

DE LA TETA AL TETERO


Al llegar el momento de destetar a tu bebé, seguramente te plantearás qué leche será mejor.


Actualmente en el mercado existen muchas opciones, todas aportan los nutrientes necesarios para que tu bebé se alimente correctamente.


Hay leches enteras, condensadas, en polvo y maternizadas. Estas últimas son las que mejor se adaptan a las necesidades nutricionales de tu bebé. Contienen hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, semejantes a la leche materna.


Preparando todo lo necesario

Para facilitar la tarea de alimentar al bebé es adecuando contar con un equipo de chupos, teteros, cepillo para chupos, embudo y cuchara de plástico. Todo debe poder esterilizarse con pastillas o esterilizador líquido.
Lo más aconsejable es que cuentes con dos o tres chupos de boca ancha para facilitar su lavado y sus respectivas tetinas, que, en el caso de que tu bebé tenga más de seis meses, preferiblemente que sean de orificio grande para facilitar la succión.


En el mercado existe una gran variedad de marcas y formas. Para esta primera etapa te conviene usar chupos tradicionales de 250 ml. y dejar para agua y jugos los más pequeños de 125 o 150 ml.
También hay chupos apretados, otros con forma para sujetarse e incluso desechables. ¿Cuántos chupos?


La preparación y la cantidad de tomas diarias varían de acuerdo a las necesidades nutricionales de tu bebé.


No todos los niños necesitan lo mismo. Esto dependerá de las indicaciones de tu pediatra.
Es muy importante seguir las instrucciones de preparación, para el adecuado aumento de peso y crecimiento de tu hijo.

DESTETE


El modo de destetar a tu hijo del pecho, dependerá de su temperamento. ¡No lo apures! El destete debe ser paso a paso y requiere la adaptación de tu bebé a la siguiente etapa.


Además, un destete brusco puede generar ingurgitación mamaria (pechos hinchados, duros y doloridos) e incluso mastitis (inflamación y congestión del pecho). El destete debe ser gradual, a menor succión, menor producción, hasta que cese por completo.


El destete gradual también facilita la adaptación emocional del bebé y de la madre. Ten en cuenta que el destete no solo es un cambio en la dieta de tu hijo, sino también un gran cambio emocional para él y para tí.


Tu bebé no va a entender porque le niegas algo tan importante y es probable que tú sientas que perdiste ese espacio íntimo que tenían juntos.


Cuando comenzar

La leche materna contiene nutrientes en cantidad suficiente para alimentar a tu bebé hasta que cumple los 6 meses. Por eso, no deberías comenzar el destete antes del cuarto mes. Algunas mamás prefieren dar de mamar a sus hijos hasta el año o más también.


El momento adecuado para comenzar el destete dependerá de tus necesidades y las del bebé, seguramente el pediatra te orientará correctamente.


Ten en cuenta que alrededor del quinto o sexto mes de tu bebé, ya puedes empezar a darle determinados alimentos, que el pediatra te irá indicando. Algunas recomendaciones:


- Si tu bebé te pide la teta, no le digas que no, pero tampoco le ofrezcas sin que él te lo haya pedido.


- Intenta ponerlo menos tiempo cada vez que tome la teta y trata de ir abandonando un pecho.


- Sustituye ese momento con otros alimentos (puedes ofrecerle yogurt, banana, pera o cualquier otro alimento permitido por el pediatra y que sepas que le gusta a tu bebé).


- Distráelo, identifica los momentos en que tu hijo puede pedirte el pecho por aburrimiento y proponle actividades alternativas que le interesen (como llevarlo a la plaza, jugar a las escondidas, hacer burbujas con jabón, cantar canciones con coros pegadizos, crear instrumentos caseros, pintar, dibujar, bañar a los muñecos, jugar a recortar y pegar revistas, etc.)


No vivas el destete como una separación, sino como una etapa de crecimiento mutuo, comunicación y libertad.

PAPÁ Y LACTANCIA


La mayoría de los hombres a punto de ser padres saben que la lactancia es la mejor manera de alimentar a un bebé.


La leche materna contiene la combinación perfecta de nutrientes y los niños que reciben el pecho gozan de muchos beneficios, desde un menor riesgo de obesidad y alergias hasta una mayor inteligencia.
Además, amamantar es gratuito, no exige ni preparación ni limpieza y es una manera excelente de fortalecer la relación entre la madre y el hijo. Y las caquitas del bebé que lacta huelen mucho mejor que las de los niños alimentados con fórmula.


A pesar de todo esto, muchos papás primerizos suelen cambiar su opinión sobre la lactancia cuando el bebé llega al mundo. No es que estos papás estén en desacuerdo con que los bebés reciban el pecho, lo que ocurre es que la experiencia los hace sentirse un tanto marginados.


Cómo evitar la sensación de aislamiento


"La lactancia continúa la exclusiva relación que la madre y el bebé experimentaron durante el embarazo", dice Pamela Jordan, profesora asociada del Departamento de Familia y Lactancia de Bebés de la Universidad de Washington. (Jordan es una de las pocas investigadoras que ha estudiado el efecto de la lactancia en los hombres.)


Para los papás de bebés amamantados, suele ser normal sentir alguna de estas cosas:


Preocupación porque creen que les costará más trabajo que a su pareja establecer y desarrollar una relación con su bebé.

Una sensación de aislamiento, de estar fuera de lugar, porque creen que nada de lo que puedan hacer por el bebé puede compararse con lo que hace la mujer.

Resentimiento hacia el bebé que se ha interpuesto físicamente "entre" él y su compañera.

La percepción de que, como es la mujer la que amamanta, éstas tienen automáticamente conocimientos y habilidades que las hacen ser mejores progenitores.


Cinco maneras de lograr que la lactancia sea buena para todos


No cabe ninguna duda de que la alimentación es uno de los aspectos más importantes del cuidado del bebé. Eso significa que si la mamá amamanta, el papá se encuentra en cierta desventaja.
Pero no quiere decir que tú, como papá, tengas que resignarte sólo porque tu bebé ya tiene a su mamá que lo provee de alimento. Los estudios muestran que cuanto más las apoya su pareja más tiempo dan el pecho las mujeres y más confianza tienen en su capacidad para hacerlo.


De modo que, por extraño que parezca, ustedes los papás tienen un papel muy importante en la lactancia. Estas son algunas maneras concretas de ayudar:


Presta tu apoyo y sé cariñoso Amamantar es un trabajo duro. Ocúpate de algunas de las tareas habituales de tu mujer y ayúdala siempre que puedas. Cuando esté dando el pecho, tráele una almohada o un vaso de agua y ofrécete a sacarle los gases al bebé después de la toma.


Procura tener mucho contacto piel con piel con tu bebé.
Acurrucarse y bañarse juntos y cantarle una canción de cuna mientras duerme sobre tu pecho son excelentes medios para desarrollar una fuerte vínculo, y les proporcionan a ti y a tu pequeño la oportunidad de relacionarse físicamente, como ocurre en la lactancia.


Pasa mucho tiempo con tu bebé. Llévalo de paseo en la carreola (cochecito), ponlo en una mochila frontal portabebés y llévalo de compras contigo, o jueguen en el suelo juntos.
Así tienen una oportunidad de pasar tiempo juntos. Cuanto más lo hagas más confianza desarrollarás en tu capacidad como padre.


Dale el biberón con leche materna. Si extraer la leche manualmente o con un extractor le viene bien a mamá, puedes ser tú quien haga pasar al bebé del pecho al biberón y comience a encargarse de alimentarlo.
Antes de empezar a darle el biberón, espera hasta que la lactancia esté bien establecida y tu bebé tenga entre 3 y 4 semanas. Primero es importante que el bebé se acostumbre completamente a mamar de un seno de verdad. Trata de no tomártelo personalmente si al principio tu bebé se ve menos interesado en tomar el biberón contigo.


Las mamilas (tetinas) de plástico, como los pezones, vienen en muchas formas y tamaños. Por eso es posible que tengas que hacer pruebas hasta que tú y el bebé descubran la que más le gusta a él.


Ten paciencia si tu mujer está menos interesada en el sexo que antes de tener al bebé. Puede que se sienta "muy toqueteada" por darle de mamar al bebé; además, las mujeres en lactancia suelen tener menos estrógeno, lo que reduce la lubricación vaginal y dificulta, e incluso hace doloroso, el coito.
En lugar de asumir que tu pareja ya no siente atracción por ti, ten a mano un buen lubricante con base de agua para cuando ella sí tenga ganas.

sábado, 8 de agosto de 2009

IMPORTANCIA DE LA LECHE MATERNA PARA TU BEBÉ


La leche que produce tu cuerpo es el mejor alimento que le puedes dar a tu bebé. No sólo le ofrece todos los nutrientes que necesita para su crecimiento sino que también crea un momento único entre ustedes.
La lactancia proporciona variados beneficios para ti y tu bebé.


Nutrición:

Lo principal que le ofreces con tu leche a tu bebé es una alimentación que ha sido producida por tu cuerpo pura y exclusivamente para él.
La leche materna contiene todos los nutrientes, proteínas, azúcar, grasas y vitaminas que el bebé necesita hasta los 6 meses para crecer y desarrollarse óptimamente. La leche, al contener este equilibrio justo de nutrientes, ayuda a tu bebé a mantener su peso adecuado.


Protección:

Uno de los mayores beneficios que le brinda la leche materna a tu bebé son los anticuerpos que contiene, fortaleciendo su sistema inmunológico. De esta forma se reducen las posibilidades de que tu bebé pueda contraer algún tipo de infección de oído, respiratoria, urinaria o gastrointestinal (diarrea infantil).
Las posibilidades de muerte súbita también son reducidas, al igual que la probabilidad de que tu bebé desarrolle algún tipo de alergia, como el asma.
Por otra parte, la leche materna es el alimento más fácilmente asimilado por su sistema corporal inmaduro, por lo que le produce menos gases y malestares que otro alimento.


Estimulación:

Otra importante ventaja son los ácidos grasos que contiene la leche materna, ya que ayudan al desarrollo del cerebro de tu bebé. Además, tu leche se va adaptando a las necesidades de tu bebé, por lo que siempre le va a brindar lo que él necesita.
Por ejemplo, durante los primeros días luego del parto, la leche es amarilla, espesa y se le llama calostro. Tiene una gran cantidad de proteínas y sustancias del sistema inmune, que es lo más importante para tu bebé en sus primeros días de vida.
Del mismo modo, la leche producida por una mamá de un bebé prematuro es diferente a la de un bebé nacido en término.


Contención:

Con tu leche no sólo favoreces la alimentación de tu bebé, también lo ayudas a relajarse en momentos que le pueden producir ansiedad como los cambios en su rutina, por ejemplo, un viaje largo.
Al amamantar, debido al contacto físico, y la atención que le brindas a tu bebé, se crea un vínculo muy especial entre tú y él que dura para toda la vida. ¿Será por eso que las mamás saben qué les pasa a sus hijos con sólo mirarlos?


Conveniencia:

La leche materna siempre va a estar allí para el bebé cada vez que tenga hambre, sin importar el lugar o la hora. Siempre va a tener la temperatura ideal y sin posibilidad de haber estado en contacto con bacterias del exterior.
Por todas estas razones, la Organización Mundial de la Salud recomienda la alimentación del bebé exclusivamente con leche materna hasta los seis meses de vida y complementaria hasta los 2 años.
Por supuesto, la duración de la lactancia dependerá de la situación de cada mamá y cada bebé y seguramente con tu pediatra irán viendo cuál es la extensión que beneficiará más a ambos.

BAJADA DE LECHE


Primeros días:

Al principio, ni bien nace y te lo acercan al pecho, lo único que tu bebé succionará son unas pocas gotas de calostro, una leche amarillenta que se segrega los primeros 4 o 5 días después del parto.


El calostro es fundamental para el bebé porque aporta muchos anticuerpos que lo protegen de enfermedades infecciosas que la madre haya padecido. Además contiene sustancias semejantes a los antibióticos, que van a proteger a tu hijo de muchas enfermedades.


La bajada:

Es unos días después del parto cuando tus senos comenzarán a producir leche. Es fundamental que estés preparada para la llamada “bajada de la leche”, porque suele ser abrupta y puede producir algún dolor por el endurecimiento de los pechos. Para aliviarte, puedes colocar paños fríos sobre tus pechos o aprovechar y mientras estás en la ducha, darte un masaje suave debajo del agua tibia, desde la periferia hasta el pezón. Así además de relajar tu cuerpo descongestionarás la zona.


Algunos malestaresEs posible que tengas un poco de fiebre en el momento de la bajada de la leche. ¡No te asustes! Estos síntomas parecidos a los de la gripe, desaparecen cuando tu bebé produce un vaciamiento adecuado de las mamas. Si los síntomas persisten consulta a tu médico porque puede tratarse de una complicación llamada mastitis Poco a poco, y a más tardar en dos semanas, producirás una mayor cantidad de leche que se adecuará a la mayor demanda que va ejerciendo tu bebé.


Poca o mucha leche:

Puede ocurrirte que por estrés o alguna enfermedad, tu provisión de leche disminuya. Comer alimentos sanos y nutritivos y tomar mucha agua va a ayudarte. Si te sigue pareciendo que la bajada de leche es insuficiente consulta con algún especialista en lactancia materna.Si tu bebé hace arcadas o se aleja del pecho después de haber empezado a mamar, puede ser que tengas una bajada excesiva de leche.


En este caso aleja a tu bebé unos minutos del seno hasta que el flujo de leche disminuya. Otra opción es colocar a tu bebé de manera tal que la parte superior de la garganta quede a mayor altura que el pezón. Así la leche deberá hacer un recorrido ascendente durante la bajada, haciendo que el flujo sea más lento. También puedes bombear la leche justo antes de amamantar y conservarla o desecharla. Esto además permitirá que el bebe tome mas leche de la segunda bajada, que contiene niveles más altos en grasas.

MASTITIS















Con la bajada de la leche, tus pechos se ponen más grandes y los sientes “llenos". Generalmente no deberías sentir dolor pero si tienes alguna molestia en los pechos, los ves hinchados o calientes y te sientes afiebrada, es posible que tengas mastitis.





La mastitis es un proceso infeccioso que se caracteriza por producir rubor, calor local y dolor en los senos. La inflamación puede extenderse hasta las axilas y el cuello. Puede ocasionarte fiebre, malestar y hasta náuseas. Los síntomas habituales son fiebre alta (38ºC o más), malestar general, estado similar a la gripe y la aparición en tu pecho de una zona hinchada, rosada, dolorosa y caliente.


La mastitis se presenta usualmente entre los 10 y 30 días posteriores al nacimiento del bebé, sin embargo, puede aparecer en cualquier momento del período de la lactancia. Es difícil que contraigas mastitis en ambos senos o en más de una ocasión, aunque puede ocurrir. Si crees que sufres de mastitis, te recomendamos que visites a tu médico lo antes posible para que comiences pronto el tratamiento adecuado. Sino, es probable que necesites antibióticos por un período prolongado.


Te dejamos algunas recomendaciones:


1. Para aliviar la mastitis lo más importante es sacar la leche. Puede ocurrir que al tener mucha leche en los pechos, los conductos se presionen y obstruyan la salida de la leche. Como el calor facilita el drenaje te recomendamos que utilices compresas tibias o calientes que te ayudarán a que la leche fluya mejor. Después de darle el pecho a tu bebé, puedes ponerte compresas frías o bolsas de hielo para aliviar el dolor. Te recomendamos que lo hagas varias veces al día.


2. Sigue amamantando a tu bebé con los dos pechos. Empieza por el pecho sano pero asegúrate de que el pecho enfermo se vacíe por completo. Si tu bebé no succionó toda la leche puedes quitarte el resto con un sacaleches. Dale ambos pechos en cada toma, y recuerda comenzar la siguiente toma con el pecho del que menos tomó en la anterior. Si sientes algún dolor mientras estás amamantando, presta atención, puede ser que tu posición no sea la correcta.


3. En lo posible, y de acuerdo a lo que te haya indicado tu médico, dale a tu bebé de mamar cada dos horas (incluso con el pecho afectado).


4. Si tienes la aureola tan apretada que tu bebé no puede alimentarse bien, trata de apretar tu pecho suavemente sacando suficiente leche como para ablandar la areola.


5. Intenta permanecer en reposo el mayor tiempo posible. Aprovecha cuando descanse tu bebé para quedarte en la cama.


6. Asegúrate que el antibiótico que usas lo tolere también tu bebé. Generalmente tendrás que consumirlo de 10 a 14 días.


7. Beber mucho líquido resulta muy conveniente.


8. Pregúntale a tu médico si es conveniente que uses analgésicos. Quizás te ayuden a disminuir el dolor.


9. Es importante que prestes atención al tipo de brassier que estás usando. Es recomendable que te sujete bien pero que no te cause presión o dolores.


10. Por último, recuerda preguntarle a tu médico todas las dudas que tengas respecto a tu nuevo rol de mamá. ¡Puedes ir anotándolas en una libreta así no te olvidarás ninguna cuando tengas tu próxima cita!