miércoles, 5 de agosto de 2009

BENEFICIOS DE LA LACTANCIA

La leche materna favorece el desarrollo infantil. Además, cambia según las necesidades del bebé, su edad y su ambiente.

Este alimento es único y así lo corroboran numerosos estudios científicos que, con el paso del tiempo, citan nuevos hallazgos relacionados con los beneficios que sobre la salud de madre e hijo tienen varios de sus componentes.

Sus propiedades no sólo son nutricionales: también tocan el espectro de lo médico, sicológico y emocional.

De allí la recomendación de los expertos de alimentar exclusivamente al bebé con leche materna durante seis meses y, a partir de entonces, introducir nuevos alimentos mientras la mujer continúa amamantándolo hasta el año de edad. Después de ese tiempo, la decisión de prolongar la lactancia es personal.

Esta leche es más fácil de digerir para el bebé y evita que presente estreñimiento. Su principal característica: se trata de un compuesto vivo, como la sangre, pues tiene leucocitos (glóbulos blancos) que le ayudan al bebé a defenderse de las infecciones, dice María Cristina Sáenz, miembro de la Liga de la Leche.

La pediatra Leonor Peñaranda, especialista en lactancia materna, afirma, por su parte, que esta leche trae proteínas, vitaminas, sodio y potasio en las cantidades requeridas para la alimentación del pequeño.
“Otra de sus cualidades es que contiene una enzima llamada lipasa, que le ayuda al bebé a digerir más fácil los ácidos grasos presentes en la leche”, afirma la especialista.

También, agrega, tiene sustancias que han sido clasificadas como factores de crecimiento, que favorecen el desarrollo del sistema nervioso y gastrointestinal del infante. Igualmente, varias enzimas, así como anticuerpos capaces de neutralizar bacterias, virus y parásitos.

Es modificable
Sus bondades son numerosas y entre ellas figura una en especial: la leche materna se transforma a medida que el bebé come y crece, ya que se adapta al momento que está viviendo. “Se adecua a las condiciones del ambiente, es decir, si la madre vive en tierra caliente, el bebé recibe más leche aguada para quitarle la sed, y en clima frío, amamanta durante un periodo más extenso de manera que recibe leche más grasosa”, dice María Cristina Sáenz.

Así mismo, resalta la pediatra Leonor, la composición de la leche se modifica a medida que el bebé progresa en edad; una mamá cuyo bebé fue prematuro tiene una leche diferente a la de aquella que lo tuvo naturalmente. En el primer caso, aporta mayor contenido de proteínas para favorecer un crecimiento más rápido del prematuro, así como de sodio, nutriente que el bebé pierde en la orina.

“Si el pequeño tiene reflujo, hace comidas más cortas en el seno de su mamá, de manera que no se llena mucho y minimiza los síntomas”, indica Sáenz.

Otra particularidad: cuando la leche comienza a salir contiene bastante lactosa, que le da energía al bebé y, después de unos minutos, aporta mayor cantidad de grasa. Este elemento favorece la unión de las terminaciones nerviosas de las neuronas.

Efectos en la salud
La lactancia permite que el útero involucione más rápido, evitando sangrados fuertes, así como el riesgo de anemia. Las hormonas prolactina y oxitocina hacen que la mujer esté más dispuesta a atender a su pequeño y sienta gusto por darle seno.

De igual forma, el hecho de amamantar le confiere a la madre un beneficio exclusivo: disminuye el riesgo de que desarrolle cáncer de útero, de seno y de ovario.Si los bebés amamantaran durante la primera hora de nacidos −comenta Sáenz− se podría evitar la muerte de 1 millón de ellos.
El infante alimentado con leche materna tiene un mejor desarrollo sicomotor, gracias al estímulo táctil que recibe a través del contacto físico con su mamá.

Un pequeño alimentado con leche materna tiene menos riesgo de ser obeso. Igualmente, la succión del pezón le permite a su mandíbula formarse de manera adecuada por lo cual, en el futuro, tendrá menos posibilidades de requerir un tratamiento de ortodoncia.

Una ganancia…
El calostro, primera sustancia que producen los senos antes de bajar la leche ‘madura’, tiene inmunoglobulinas que lo protegen contra infecciones. Estas gotas de calostro actúan como especie de laxante, pues le ayudan a expulsar el meconio, su primera deposición.

El hecho de recibir leche materna reduce en los infantes la incidencia de infección respiratoria y diarreica, las dos causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad en niños pequeños.

“Cualquier tiempo de lactancia es ganancia. Si es exclusiva durante seis meses, favorece la disminución de la severidad de las alergias. Hoy en día, son más recurrentes las respiratorias y las de la piel”, sostiene Peñaranda. También favorece un crecimiento y desarrollo adecuados y, a largo plazo, reduce el riesgo de sufrir hipertensión y diabetes en la edad adulta.

Sus efectos sicológicos
Cuando la mujer ve que su bebé va creciendo y goza de buena salud, su autoestima aumenta. “Siente más confianza en su capacidad de seguir criando al bebé y es más perceptiva a sus necesidades; es una retroalimentación continua en la cual el pequeño le da señas, crece emocionalmente y esto redunda en que recibe una ‘mejor’ mamá”, señala María Cristina Sáenz.

La lactancia implica un alimento ‘afectivo’ que influye en la estabilidad emocional del bebé: un infante amamantado es más tranquilo, seguro de sí mismo y con mayor autoestima.

‘Leche que se autoprotege’
Cuando la mujer regresa al trabajo, tiene la posibilidad de crear su propio banco de leche. Esta se conserva durante ocho horas a temperatura ambiente (de Bogotá), lejos del calor y de aparatos electrónicos.
Puede durar 48 horas refrigerada y de dos a cuatro meses congelada, pero en un lugar especial, ojalá, en un congelador con puerta independiente de la nevera.

Sólo se congela aquella que de inmediato se extrae. No es higiénico reunir la de todo el día y congelarla.

La leche debe guardarse en empaques plásticos, nunca en biberones. En la jornada de trabajo, se aconseja extraerla al menos dos veces en el día.

Por Andrea Linares G.

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