lunes, 10 de agosto de 2009

PAPÁ Y LACTANCIA


La mayoría de los hombres a punto de ser padres saben que la lactancia es la mejor manera de alimentar a un bebé.


La leche materna contiene la combinación perfecta de nutrientes y los niños que reciben el pecho gozan de muchos beneficios, desde un menor riesgo de obesidad y alergias hasta una mayor inteligencia.
Además, amamantar es gratuito, no exige ni preparación ni limpieza y es una manera excelente de fortalecer la relación entre la madre y el hijo. Y las caquitas del bebé que lacta huelen mucho mejor que las de los niños alimentados con fórmula.


A pesar de todo esto, muchos papás primerizos suelen cambiar su opinión sobre la lactancia cuando el bebé llega al mundo. No es que estos papás estén en desacuerdo con que los bebés reciban el pecho, lo que ocurre es que la experiencia los hace sentirse un tanto marginados.


Cómo evitar la sensación de aislamiento


"La lactancia continúa la exclusiva relación que la madre y el bebé experimentaron durante el embarazo", dice Pamela Jordan, profesora asociada del Departamento de Familia y Lactancia de Bebés de la Universidad de Washington. (Jordan es una de las pocas investigadoras que ha estudiado el efecto de la lactancia en los hombres.)


Para los papás de bebés amamantados, suele ser normal sentir alguna de estas cosas:


Preocupación porque creen que les costará más trabajo que a su pareja establecer y desarrollar una relación con su bebé.

Una sensación de aislamiento, de estar fuera de lugar, porque creen que nada de lo que puedan hacer por el bebé puede compararse con lo que hace la mujer.

Resentimiento hacia el bebé que se ha interpuesto físicamente "entre" él y su compañera.

La percepción de que, como es la mujer la que amamanta, éstas tienen automáticamente conocimientos y habilidades que las hacen ser mejores progenitores.


Cinco maneras de lograr que la lactancia sea buena para todos


No cabe ninguna duda de que la alimentación es uno de los aspectos más importantes del cuidado del bebé. Eso significa que si la mamá amamanta, el papá se encuentra en cierta desventaja.
Pero no quiere decir que tú, como papá, tengas que resignarte sólo porque tu bebé ya tiene a su mamá que lo provee de alimento. Los estudios muestran que cuanto más las apoya su pareja más tiempo dan el pecho las mujeres y más confianza tienen en su capacidad para hacerlo.


De modo que, por extraño que parezca, ustedes los papás tienen un papel muy importante en la lactancia. Estas son algunas maneras concretas de ayudar:


Presta tu apoyo y sé cariñoso Amamantar es un trabajo duro. Ocúpate de algunas de las tareas habituales de tu mujer y ayúdala siempre que puedas. Cuando esté dando el pecho, tráele una almohada o un vaso de agua y ofrécete a sacarle los gases al bebé después de la toma.


Procura tener mucho contacto piel con piel con tu bebé.
Acurrucarse y bañarse juntos y cantarle una canción de cuna mientras duerme sobre tu pecho son excelentes medios para desarrollar una fuerte vínculo, y les proporcionan a ti y a tu pequeño la oportunidad de relacionarse físicamente, como ocurre en la lactancia.


Pasa mucho tiempo con tu bebé. Llévalo de paseo en la carreola (cochecito), ponlo en una mochila frontal portabebés y llévalo de compras contigo, o jueguen en el suelo juntos.
Así tienen una oportunidad de pasar tiempo juntos. Cuanto más lo hagas más confianza desarrollarás en tu capacidad como padre.


Dale el biberón con leche materna. Si extraer la leche manualmente o con un extractor le viene bien a mamá, puedes ser tú quien haga pasar al bebé del pecho al biberón y comience a encargarse de alimentarlo.
Antes de empezar a darle el biberón, espera hasta que la lactancia esté bien establecida y tu bebé tenga entre 3 y 4 semanas. Primero es importante que el bebé se acostumbre completamente a mamar de un seno de verdad. Trata de no tomártelo personalmente si al principio tu bebé se ve menos interesado en tomar el biberón contigo.


Las mamilas (tetinas) de plástico, como los pezones, vienen en muchas formas y tamaños. Por eso es posible que tengas que hacer pruebas hasta que tú y el bebé descubran la que más le gusta a él.


Ten paciencia si tu mujer está menos interesada en el sexo que antes de tener al bebé. Puede que se sienta "muy toqueteada" por darle de mamar al bebé; además, las mujeres en lactancia suelen tener menos estrógeno, lo que reduce la lubricación vaginal y dificulta, e incluso hace doloroso, el coito.
En lugar de asumir que tu pareja ya no siente atracción por ti, ten a mano un buen lubricante con base de agua para cuando ella sí tenga ganas.

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